DE LA MÚSICA Y LA CONFIANZA

En un momento de agudo escepticismo y de extremada fatiga, Nietzsche, le escribió a su más confiable amigo Peter Gast “La vida sin la música es sencillamente un error, una fatiga, un exilio”.

Más que la filosofía, fue la música el refugio que le brindaba a este pensador la confianza por la existencia y quizás por eso dotó a su Zaratustra de un reconocible espíritu coral. Un canto, solía decir, canto de la noche, canto del baile, canción de la vida. Esa música que llega hasta el oído “órgano de la noche”, se agudiza para dilucidar el secreto de la oscuridad y según el decir de Nietzsche le da a la música “el carácter de un arte de la noche y la penumbra”.

Entre tantos caminos que debe surcar la música, hay un sendero por el que debe ir y volver: la confianza, porque solamente con ella puede transitarse por los enigmas de la existencia que la música revela entre sus notas.

Un notable ejemplo del poder de la confianza, lo encarna la paradójica situación de Beethoven quién fue perdiendo su capacidad auditiva; esa tragedia personal para un músico cualquiera representaba la caída del telón, pero no para Beethoven que logró sobreponer a los zumbidos que lo perturbaban las notas musicales de sus composiciones.

En medio de esa crisis compuso la Sinfonía Número Cinco, los Cuartetos para cuerda, las Sonatas para piano, y ya con la sordera en pleno, creó ese inmenso monumento musical patrimonio de la humanidad: la Novena Sinfonía que en su último movimiento incluye el grandioso momento coral con el poema de Schiller, himno de la vida y la alegría. Beethoven, creyó en sí mismo en su potencia creadora y en un acto de confianza en aquellos que interpretaron su obra y en quienes la escucharon y le aplaudieron, aunque no pudo oír ni su obra, ni los aplausos en aquel memorable 7 de mayo de 1824, cuando se estrenó la obra en Viena.

La confianza acompaña y define la culminación del acto creador. La obra concluida lleva la firma, la aprobación, el sí a aquella partitura que el compositor ahora puede entregar a la interpretación. La cadena continúa porque la confianza se da a quien la ejecuta o a quien la encarna, a la mano que la recrea, a la voz que la interpreta. Confiar la obra y responder a la confianza es el acto recíproco entre compositor e intérprete. Luego deviene el sentimiento colectivo, del creador “al” o a “los” ejecutantes que la trasmiten, de estos “al” o a “los” oyentes que en solitario o en colectivo la escuchan.

La unión que la música propicia, descifra la multiplicidad de sentires, aquellos que matizan nuestra humanidad y en el acto interpretativo y auditivo, se produce el goce, el disfrute de experimentar la música, ese inconmensurable acierto que da sentido a nuestra existencia.

Ese triunfo de la confianza y de la vida se refleja indudablemente en este Festival Coral, que año tras año, persiste en llevar este arte que nos reconcilia y nos solidariza con la vida. Un Festival que puesto en escena en cada interpretación coral es un laboratorio de confianza, como lo es Confiar Cooperativa Financiera en todos los territorios donde actúa poniendo la armonía de la cooperación para sonar como un gran coro solidario.